ARQUITECTURA | DIVULGACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL

Todas las personas al construir muestran una gran preocupación por la orientación. A día de hoy, por ejemplo, los que vivimos en el norte de la península ibérica aprovecharemos la fachada que da al sur para captar más sol y colocar aquí las estancias que más usamos (recuerda que va a depender mucho de la situación geográfica exacta: ponte tu un agosto en Sevilla hacia el sur).

Todos los templos a lo largo de la historia se han orientado de una determinada manera. Si has leído “Los Pilares de la Tierra” sabrás que en el centro del emplazamiento donde se fuera a construir una iglesia se clavaba una estaca y gracias a la proyección de la sombra de ésta se determinaban los ejes norte-sur y este-oeste justo antes de empezar a construir.

La Iglesia Católica carga esta orientación con mucho simbolismo. La cabecera (el ábside, donde se encuentra el altar) estará situado hacia el este, pues por aquí sale el sol y ¡Cristo es la luz del mundo! Mientras que la puerta principal por la que entrarán los fieles se situará a los pies del templo: ¡al oeste, hacia el fin del mundo!

Así que, si estás perdido por el románico recuerda que el fiel que entra en el templo va de las tinieblas a la luz: ¡de oeste a este!